De la misma
manera en que la sociedad del siglo XXI adquiere sus propios rasgos y
características que propician una transformación con base en las necesidades
actuales; el desempeño profesional en las distintas disciplinas y áreas del
conocimiento requiere adaptación, ya que el cambio impacta a todos los
sectores, en este sentido, Perrenoud (2007) asegura que:
La profesión
no es inmutable, sus transformaciones pasan sobre todo por la aparición de
nuevas competencias (relacionadas, por ejemplo, con el trabajo de otros
profesionales o con la evolución de las didácticas), o por el énfasis de
competencias reconocidas, por ejemplo, para hacer frente a la heterogeneidad
creciente de los públicos, y a la evolución de los programas. Cualquier
referencial tiende a ser moda, a la vez porque las prácticas cambian y porque
el modo de concebirlas se transforma.
Con base en la
reflexión anterior, uno de los principales retos que enfrentan los docentes del
siglo XXI es que requieren modificar las metodologías a través de las cuales
fueron enseñados, para responder a las demandas y necesidades actuales de la
sociedad y de sus estudiantes; ya que, de acuerdo a la clasificación que
plantea Prenski (2001), la mayoría de los primeros pertenecen a la generación
de migrantes digitales, es decir, nacieron antes de la década de 1990 y se han
adaptado al manejo de las TIC, sin embargo, sus estudiantes forman parte del
grupo de nativos digitales, los cuales nacieron después de esa década y
crecieron con el manejo de las TIC, las dominan y las emplean en su vida
cotidiana; ambos utilizan las TIC, pero el manejo y el dominio que se hace de
éstas son distintos.
En este
sentido es que se genera un conflicto cuando se trabajan los procesos de
enseñanza-aprendizaje, pues los involucrados: docentes y estudiantes hablan
idiomas distintos en cuanto a la construcción y generación del conocimiento,
así como en el manejo de las TIC. Para el grupo de los migrantes digitales, la
estructura cognitiva es más lineal, paso a paso, prefieren la realización de
actividades de forma individual, y el manejo reducido de diferentes fuentes de
información; en cambio, si se habla de los nativos digitales, sus
características son: el manejo de diferentes fuentes de información a través de
distintos formatos, el desarrollo de varias actividades a la vez, la
participación en redes, prefieren aprender lo relevante, lo práctico y de una
manera dinámica y divertida.
Al reconocer
las diferencias que existen entre los procesos cognitivos que llevan a cabo los
migrantes digitales y los nativos digitales, es pertinente resignificar el rol
docente y su actuación desde distintos paradigmas, tendencias y modelos
pedagógicos, por lo tanto, se requiere atreverse a hacer las cosas de manera
diferente y obtener resultados distintos, pues la realidad refleja que la
mayoría de las veces se trabaja desde una metodología del siglo XX con
estudiantes del siglo XXI.
Es necesario
valorar el papel activo que desempeña el estudiante en los procesos de
aprendizaje en la sociedad actual, y desde esta concepción identificar su papel
protagónico y su responsabilidad en la generación y gestión del conocimiento,
el cual se lleva a cabo tanto de manera individual como de forma colaborativa a
través de redes de aprendizaje presenciales y virtuales.
Con base en
los argumentos anteriores, Aldape (2008) asegura que un docente competente en
el siglo XXI requiere poner en práctica tres grupos de competencias:
1. Competencias
académicas: se refieren a los métodos, las técnicas, y las herramientas que
utiliza el docente para llevar a cabo el proceso de enseñanza-aprendizaje en su
grupo;
2. Competencias
administrativas: son las que permiten al docente llevar a cabo funciones de
planeación, organización, dirección y control entre las que se encuentran:
organizar su tiempo, reportar estadísticas del desempeño de sus estudiantes,
generar reportes de evidencias, y evaluar el cumplimiento de objetivos.
3. Competencias
humano-sociales: que constituyen los conocimientos, las habilidades, los
intereses, los motivos y los modos de actuación en torno a su interacción con
el grupo de estudiantes, con los padres de familia y sus compañeros de trabajo.
Estas
competencias hacen evidente sus diferentes saberes y el impacto de su actuación
en la actualidad que ya no se limita al ámbito académico, es decir, el
desarrollo en cuanto al proceso de enseñanza-aprendizaje, ahora requiere
competencias administrativas que favorezcan la organización de su tiempo, así
como el análisis de resultados, y por supuesto la competencia humano-social, la
cual permite fortalecer la parte valoral y actitudinal en el docente, y generar
un proceso de aprendizaje orientado hacia la persona, no sólo al proceso
cognitivo.
El papel del
docente como formador en la era digital
¿Qué rol
jugamos en esta era digital?
Los cambios
que se dan en la institución, entre los que podemos destacar el impacto de
las TIC, conducen irremediablemente a plantear un cambio de rol
del profesor, de la función que desempeña en el sistema
de enseñanza-aprendizaje en el contexto de la educación superior.
Comience el planteamiento por una reflexión sobre este rol, o comience por
la introducción de las TIC en el proceso, habrá que afrontar el binomio
rol del profesor y papel de las TIC en la docencia universitaria.
Hay diversos
autores que se han ocupado de las funciones que debe desarrollar el
profesor en los ambientes de aprendizaje que explotan las
posibilidades de la comunicación mediada por ordenador. Mason (1991),
al igual que Heeren y Collis (1993), habla de tres roles: rol
organizacional, rol social y rol intelectual.
Berge (1995)
los categoriza en cuatro áreas: pedagógica, social, organizacional o
administrativa y técnica. Por otra parte, no todos estos roles tienen que
ser desempeñados por la misma persona. De hecho, raramente lo son. Se
suele aceptar que el rol del profesor cambia de la transmisión del
conocimiento a los alumnos a ser mediador en la construcción del propio
conocimiento por parte de estos (Gisbert y otros, 1997; Salinas,
1999; Pérez i Garcías, 2002). Se trata de una visión de la enseñanza
en la que el alumno es el centro o foco de atención y en la que el
profesor juega, paradójicamente, un papel decisivo. Adoptar un enfoque de
enseñanza centrado en el alumno significa atender cuidadosamente a
aquellas actitudes, políticas y prácticas que pueden ampliar o disminuir la
«distancia» de los alumnos distantes. El profesor actúa primero como persona
y después como experto en contenido. Promueve en el alumno el crecimiento
personal y enfatiza la facilitación del aprendizaje antes que
la transmisión de información. La institución educativa y el profesor
dejan de ser fuentes de todo conocimiento, y el profesor debe pasar a
actuar como guía de los alumnos, facilitándoles el uso de los recursos y
las herramientas que necesitan para explorar y elaborar nuevos conocimientos y
destrezas; pasa a actuar como gestor de la pléyade de recursos
de aprendizaje y a acentuar su papel de orientador. En otros trabajos
(Salinas, 1997; 1998) nos hemos ocupado de los requerimientos a los
profesores en este ámbito.
Todo ello
requiere, además de servicios de apoyo y asesoramiento al profesorado, un
proceso de formación que conduzca a:
ü Conocimiento
y dominio del potencial de las tecnologías.
ü Interacción
con la comunidad educativa y social en relación con los desafíos que
conlleva la sociedad del conocimiento.
ü Conciencia
de las necesidades formativas de la sociedad.
ü Capacidad
de planificar el desarrollo de su carrera profesional.
Observa el
video y reflexiona sobre el tópico inicial ¿Qué rol jugamos en esta era
digital?
Créditos: ULLmedia - Universidad de La Laguna
De la misma
manera en que la sociedad del siglo XXI adquiere sus propios rasgos y
características que propician una transformación con base en las necesidades
actuales; el desempeño profesional en las distintas disciplinas y áreas del
conocimiento requiere adaptación, ya que el cambio impacta a todos los
sectores, en este sentido, Perrenoud (2007) asegura que:
La profesión
no es inmutable, sus transformaciones pasan sobre todo por la aparición de
nuevas competencias (relacionadas, por ejemplo, con el trabajo de otros
profesionales o con la evolución de las didácticas), o por el énfasis de
competencias reconocidas, por ejemplo, para hacer frente a la heterogeneidad
creciente de los públicos, y a la evolución de los programas. Cualquier
referencial tiende a ser moda, a la vez porque las prácticas cambian y porque
el modo de concebirlas se transforma.
Con base en la
reflexión anterior, uno de los principales retos que enfrentan los docentes del
siglo XXI es que requieren modificar las metodologías a través de las cuales
fueron enseñados, para responder a las demandas y necesidades actuales de la
sociedad y de sus estudiantes; ya que, de acuerdo a la clasificación que
plantea Prenski (2001), la mayoría de los primeros pertenecen a la generación
de migrantes digitales, es decir, nacieron antes de la década de 1990 y se han
adaptado al manejo de las TIC, sin embargo, sus estudiantes forman parte del
grupo de nativos digitales, los cuales nacieron después de esa década y
crecieron con el manejo de las TIC, las dominan y las emplean en su vida
cotidiana; ambos utilizan las TIC, pero el manejo y el dominio que se hace de
éstas son distintos.
En este
sentido es que se genera un conflicto cuando se trabajan los procesos de
enseñanza-aprendizaje, pues los involucrados: docentes y estudiantes hablan
idiomas distintos en cuanto a la construcción y generación del conocimiento,
así como en el manejo de las TIC. Para el grupo de los migrantes digitales, la
estructura cognitiva es más lineal, paso a paso, prefieren la realización de
actividades de forma individual, y el manejo reducido de diferentes fuentes de
información; en cambio, si se habla de los nativos digitales, sus
características son: el manejo de diferentes fuentes de información a través de
distintos formatos, el desarrollo de varias actividades a la vez, la
participación en redes, prefieren aprender lo relevante, lo práctico y de una
manera dinámica y divertida.
Al reconocer
las diferencias que existen entre los procesos cognitivos que llevan a cabo los
migrantes digitales y los nativos digitales, es pertinente resignificar el rol
docente y su actuación desde distintos paradigmas, tendencias y modelos
pedagógicos, por lo tanto, se requiere atreverse a hacer las cosas de manera
diferente y obtener resultados distintos, pues la realidad refleja que la
mayoría de las veces se trabaja desde una metodología del siglo XX con
estudiantes del siglo XXI.
Es necesario
valorar el papel activo que desempeña el estudiante en los procesos de
aprendizaje en la sociedad actual, y desde esta concepción identificar su papel
protagónico y su responsabilidad en la generación y gestión del conocimiento,
el cual se lleva a cabo tanto de manera individual como de forma colaborativa a
través de redes de aprendizaje presenciales y virtuales.
Con base en
los argumentos anteriores, Aldape (2008) asegura que un docente competente en
el siglo XXI requiere poner en práctica tres grupos de competencias:
1. Competencias
académicas: se refieren a los métodos, las técnicas, y las herramientas que
utiliza el docente para llevar a cabo el proceso de enseñanza-aprendizaje en su
grupo;
2. Competencias
administrativas: son las que permiten al docente llevar a cabo funciones de
planeación, organización, dirección y control entre las que se encuentran:
organizar su tiempo, reportar estadísticas del desempeño de sus estudiantes,
generar reportes de evidencias, y evaluar el cumplimiento de objetivos.
3. Competencias
humano-sociales: que constituyen los conocimientos, las habilidades, los
intereses, los motivos y los modos de actuación en torno a su interacción con
el grupo de estudiantes, con los padres de familia y sus compañeros de trabajo.
Estas
competencias hacen evidente sus diferentes saberes y el impacto de su actuación
en la actualidad que ya no se limita al ámbito académico, es decir, el
desarrollo en cuanto al proceso de enseñanza-aprendizaje, ahora requiere
competencias administrativas que favorezcan la organización de su tiempo, así
como el análisis de resultados, y por supuesto la competencia humano-social, la
cual permite fortalecer la parte valoral y actitudinal en el docente, y generar
un proceso de aprendizaje orientado hacia la persona, no sólo al proceso
cognitivo.
El papel del
docente como formador en la era digital
¿Qué rol
jugamos en esta era digital?
Los cambios
que se dan en la institución, entre los que podemos destacar el impacto de
las TIC, conducen irremediablemente a plantear un cambio de rol
del profesor, de la función que desempeña en el sistema
de enseñanza-aprendizaje en el contexto de la educación superior.
Comience el planteamiento por una reflexión sobre este rol, o comience por
la introducción de las TIC en el proceso, habrá que afrontar el binomio
rol del profesor y papel de las TIC en la docencia universitaria.
Hay diversos
autores que se han ocupado de las funciones que debe desarrollar el
profesor en los ambientes de aprendizaje que explotan las
posibilidades de la comunicación mediada por ordenador. Mason (1991),
al igual que Heeren y Collis (1993), habla de tres roles: rol
organizacional, rol social y rol intelectual.
Berge (1995)
los categoriza en cuatro áreas: pedagógica, social, organizacional o
administrativa y técnica. Por otra parte, no todos estos roles tienen que
ser desempeñados por la misma persona. De hecho, raramente lo son. Se
suele aceptar que el rol del profesor cambia de la transmisión del
conocimiento a los alumnos a ser mediador en la construcción del propio
conocimiento por parte de estos (Gisbert y otros, 1997; Salinas,
1999; Pérez i Garcías, 2002). Se trata de una visión de la enseñanza
en la que el alumno es el centro o foco de atención y en la que el
profesor juega, paradójicamente, un papel decisivo. Adoptar un enfoque de
enseñanza centrado en el alumno significa atender cuidadosamente a
aquellas actitudes, políticas y prácticas que pueden ampliar o disminuir la
«distancia» de los alumnos distantes. El profesor actúa primero como persona
y después como experto en contenido. Promueve en el alumno el crecimiento
personal y enfatiza la facilitación del aprendizaje antes que
la transmisión de información. La institución educativa y el profesor
dejan de ser fuentes de todo conocimiento, y el profesor debe pasar a
actuar como guía de los alumnos, facilitándoles el uso de los recursos y
las herramientas que necesitan para explorar y elaborar nuevos conocimientos y
destrezas; pasa a actuar como gestor de la pléyade de recursos
de aprendizaje y a acentuar su papel de orientador. En otros trabajos
(Salinas, 1997; 1998) nos hemos ocupado de los requerimientos a los
profesores en este ámbito.
Todo ello
requiere, además de servicios de apoyo y asesoramiento al profesorado, un
proceso de formación que conduzca a:
ü Conocimiento
y dominio del potencial de las tecnologías.
ü Interacción
con la comunidad educativa y social en relación con los desafíos que
conlleva la sociedad del conocimiento.
ü Conciencia
de las necesidades formativas de la sociedad.
ü Capacidad
de planificar el desarrollo de su carrera profesional.
Observa el
video y reflexiona sobre el tópico inicial ¿Qué rol jugamos en esta era
digital?
Créditos: ULLmedia - Universidad de La Laguna

El rol del docente se vuelve primordial sobre todo para aquellos que no son nativos digitales y que actualmente transitan por este entorno dinámico y en constante evolución por lo que el docente debe estar a la vanguardia en las habilidades que van desde la planeación de las temáticas a tratar donde debe considerar las metodologías para desarrollar vinculadas a las TIC´s y considerando las necesidades de los alumnos que para cada nivel son diferentes.
ResponderBorrarClaro que si, totalmente de acuerdo, ya que algunos alumnos a pesar de que utilizan en su dia a día las herramientas digitales, no las usan enfocadas al aprendizajes por eso, como docentes debemos estar actualizados. :)
Borrar¿Qué rol jugamos en esta era digital?
ResponderBorrarComo docentes es el mismo rol que siempre hemos venido desempeñando en las aulas de clase, solo que ahora construyendo los materiales didácticos y espacios de comunicación para adaptarlos al entorno digital, tener la expertiz de motivar a los alumnos para que se filtren los contenidos valiosos a ellos de manera que sean de interés y que los motive a que estén en constante comunicación con ellos para la estimulaciòn e integración de los objetivos de manera conjuntas, sin perder el acompañamiento de manera calendarizada para ir con respecto a lo establecido desde un principio y todo desde plataformas digitales, foros, wikis, etc., esto abrira la brecha para aquellos que no esten tan acostumbrados o involucrados a utilizar las herramientas digitales.
Tomando en cuenta que el alumno es el protagonista de su aprendizaje, el rol del docente juega un papel muy importante ya que el docente tiene que ser el creador de sus propios materiales didácticos, construir su propio conocimiento, debe promover el crecimiento personal de sus alumnos, debe ser el facilitador del aprendizaje antes de transmitir información, debe ser guía de los alumnos facilitando recursos y herramientas para explorar y elaborar nuevos conocimientos y destrezas. Tiene que estimular que sus tareas sean personales pero pueda combinarlas con tareas colectivas. El profesor tiene que estimular la motivación y participación de sus alumnos. Por lo tanto el rol del docente es realmente significativo ya que el profesor es quien a través de su presencia ofrece constantemente respuestas inmediatas a cualquier duda.
ResponderBorrar¿Qué rol jugamos en esta era digital?
ResponderBorrarEl papel del Docente en el Siglo XXI es determinante en la formación de los futuros profesionales, por lo que debe estar preparado para asumir los desafíos que emanan del manejo de las Competencias Digitales. El primer reto a vencer es la migración de su metodología de enseñanza a ese entorno virtual de aprendizaje y para ello se requiere del manejo de diversas competencias que le permitan cumplir en diversas esferas de su ejercicio profesional: pedagógica, social, organizacional, administrativa y técnica.
Estamos en una era totalmente globalizada, considero que nosotros como docentes debemos estar a la par de nuestros estudiantes digitales. Seguir enseñando y formando líderes a la par de los avances tecnológicos sin dejar de lado el aspecto humano y pedagógico.
ResponderBorrarEl rol del docente sigue siendo el enseñar y difundir conocimientos, sin embargo con la introducción de nuevas herramientas digitales, también surge la necesidad se ser un mediador entre el espacio digital y el espacio real, con frecuencia los nacidos en la era digital tienen a confundir o a dejarse influir por la promoción de contenidos en línea creyendo que son la verdad absoluta, es en este punto cuando el docente debe participar para direccionar al estudiante en la búsqueda de la verdad y obtener el soporte necesario para la labor de investigación y la constancia de la veracidad de las fuentes de información a las cuales acuden.
ResponderBorrar